Wednesday, September 21, 2011

Las Crónicas del Cubil parte 2

-Tenemos a un lobo entre nosotros-
dijo el joven cuya máscara tenía la cornamenta con más astas.
Sobre la alfombra de la sala, las dos chicas yacían aun inconscientes con las ropas desgarradas. De sus labios un pequeño hilo de sangre dejaba una linea del cuello hasta el pecho. Aun así, me seguían pareciendo hermosas.

Hubo gritos angustia y adrenalina mezclandose con la luz amarilla de los candiles.
Luego la incertidumbre y desiciones. Más tarde ambas mujeres dormían tranquilamente en una habitación cerrada, pues sea como fuese habían perdido sus máscaras y no tenían más derecho de estar ahí. Su destino ante los demás participantes era incierto. El juego no había cambiado, sólo de velaba una fase que no había mostrado antes.

Pero no me sentía amenazado. Había un cántico interior compuesto por deseo y curiosidad mórbida. Interpretar mi papel, era tan natural de manera inquietante, como si previamente hubiese leído un libreto. Pero aún así, tan nuevo como fascinante.
Sólo deseaba salir de nuevo a la cacería, a sentir el aire nocturno y deleitarme con los aromas del monte.

Pero debía permanecer ahí. Yo suponía sin conocer, que esta circunstancia no era la primera, y que hasta cierta medida era esperada, que solamente era un siguiente nivel de la experiencia completa. El joven con las cornamenta más larga abrió una gran caja de madera, de ahí tomo unos pesados bastones de roble con salientes nudosas.

Dividiendonos en equipos de tres personas nos otorgaron los maderos. Se nos pidió que desconfiar de todos, que buscáramos por algo extraño o diferente y que por ningún motivo nos separásemos afuera. Reí para mis adentros, ante la ironía de buscar cosas "raras" en un grupo de gente enmascarada. No sabía el por que, sólo lo que debía hacer.

Una mujer que mostraba unos vengativos ojos claros a través de su careta, enarbolaba el madero en el aire profiriendo amenazas contra el lobo. Otro se le acercó diciendo que ella bien podía ser el mismo. Alguien habló de lo taimado que suelen ser los lobos y que podría estar planeando algo dentro de la casa. Algunos más rieron, con botellas en mano, aludiendo que el lobo podía estar ya lejos de ahí, ante la perspectiva de ser molido a palos.

Una voz a mis espaldas, hizo incapie en el número de participantes, insistiendo que debíamos hacer un conteo para ver si faltaba o sobraba alguien. Pero nadie parecía saber exactamente con cuanta gente habíamos comenzado. Pienso que esa incertidumbre era a propósito como muchas otras cosas.

Reunidos alrededor del gran comedor y refugiados en la seguridad que ofrecían los muros de la casa, los demás empezaron a perderse en los placeres que brindaba la comida y la bebida. Y así, con esa falsa confianza, puesto que yo seguía ahí entre ellos; se abandonaron al desenfreno. Cobijados sus rostros y sin más que perder, que su compostura la noche se lleno de risas.

El vino hizo su conjuro y poco a poco las verdades salieron. Si el espíritu del licor de vela los secretos del alma, la máscara es inclusive un solvente aun más poderoso, dejando sentimientos en piel viva. La semidesnudez con voluptousidad apareció entre la música y entregarse a ella era sencillo. Pero también los llantos y las injurias.

La escena para mi fue clara. No era distinta de afuera, era solamente otro terreno de caza. Las presas estaban ahí, en completo como la manada frágil que eran. Solamente eso.

Observandolos note que en la alfombra quedaba un trozo de las ropas rasgadas de las chicas inconscientes. Discretamente lo corte en tiras y las guarde. A medida que las horas pasaban la sobriedad se evaporó en los demás. Procure tirar mis copas en una maceta cercana y simplemente actuar acorde. De esa misma maceta tome un puñado de tierra húmeda y aguarde a que alguien se levantara al baño -que se encontrara afuera de la vieja casona-

Seguí al venado incauto, y fue sencillo por que se tambaleaba a medida que buscaba la entrada, el aire nocturno me daba energía y mi corazón nuevamente latía. El pobre ciervo no podía ni con su alma, así que no pudo notar cuando le unte la tierra en su camisa y le metí el trozo de tela en el bolsillo. Fui rápido, pero mis dedos muy torpes. Sin embargo el alcohol había hecho su parte y la víctima ni siquiera me notó.

Los rumores son como una infección viral, todo lo que se necesita es un medio para propagarse y lo que empieza como un pequeño dicho, se convierte en llamarada ante los temerosos.
Mencione a un grupo que me pareció extraño que aquel personaje saliera al baño tan arriesgadamente y que se lavara las manos con prisa. Nuevamente, mi aliado el vino hizo lo siguiente. En pocos minutos la primera acusación salió. Alguien más la respondió y después teníamos a dos venados dándose corneadas.

El joven de los grandes cuernos los separó. Pero no sin antes pedirles que vaciaran sus bolsillos. El pobre acusado, mostró su evidencia culpatoria atónito. Negó y negó estando pálido, pero los maderos cortaron el aire y se estrellaron en su frente. Luego en el suelo, los bastones encontraron sus costillas y en posición fetal el pobre ciervo chilló de dolor.

-Así que tu eras el lobo- le espetaban.
Hubo golpes torpes sin puntería a causa de la misma ebriedad.

En eso, ante una damisela con su máscara blanca con manchas sepias, procure con palabras de cautela, expresar que tal vez alguien le había puesto la evidencia, tomando en cuenta de que estaba muy borracho. Quizá no fue el. Otra mujer de orejas oscuras en su careta me escuchó asintiendo.

Les dije a ambas que tal vez sería mejor permanecer juntos. Pero las mujeres actuaban un poco recelosas. Procure calmarlas con una plática ligera y preguntas personales cargadas de lisonja. Finalmente acción de beber, descidieron ir hacia el tocador insistiendo que otro venado con cuernos negros y yo les acompaña ramos.

Esperándolas afuera, ante los vientos espere la ocasión. No tardo en dármela un trozo de vidrio filoso junto a la puerta de los baños. Mi compañero venado estaba casi dormido, efecto también de la misma juerga. Así que no vio como me rasgue un poco la piel del brazo para que una linea sanguiolenta se asomara. Luego se sobresalto al oírme gritar:

-¡Tu eras el lobo!- y después un gran mandoble con mi bastón en su sien. Una de sus cuernos se fragmento. Antes de que pudiera emitir algo, azoté nuevamente mi arma contra su cráneo. El tipo cayó y tambaleándose sintió que la hierba era muy blanda.

Puse el segundo trozo de tela en su mano izquierda y en la derecha el vidrio afilado.

Las mujeres salieron a tumbos entre ellas. Lo único que vieron, fue al supuesto "lobo" inconsciente y a mí quejandome por la gravedad de mi "herida". Ante el vidrio que acusaba y el otro trozo de tela, para ellas fue claro.

Me urgieron que volviéramos a la casona. Para atenderme y avisar a los demás.
Pensé que todo estaba controlado y marchaba en la dirección que pretendía. Podían dudar del primer acusado, pero de este ya no habría dudas. Puesto que nadie imagina una tercera persona. Sin embargo una de las muchachas revisaba al inconsciente, uno de mis golpes le había levantado la máscara un poco.

-lo conozco- dijo -El no es el lobo, estaba conmigo cuando pasó lo de las chicas-
Mi plan ya no empezaba a encajar. Ambas me miraron ahora con des confianza.

Algo se despertó en mi, algo que anteriormente había estado despierto pero que no lo recordaba, como no se recuerda un sueño o un trance. Quizás se había alebrestado por los golpes que le dí al pobre venado. No lo se... Pero pienso que por esta vez, me habría gustado controlarle.

Me moví rápido y tome a una de ellas por el cuello, y antes de que la otra reaccionara la tome por la cintura y la levante. No se que pretendía esta entidad que actuaba a través de mi persona. No imaginaba que podría con dos personas al mismo tiempo. Pero así lo hacía, nuevamente el delicioso aroma del temor, tan invitante y tan intenso emanando de ambos corazones bombeando sorpresa y angustia. Cerré mis dedos en torno al cuello de una, sólo lo suficiente como para provocar el desmayo. ¿Cómo sabía esto? No me pregunten.

La otra se tambaleaba bajo mi brazo izquierdo. Iba a sofocarla en cuanto cayera la otra, pero sus dedos armados con uñas alcanzaron mi costado y esta vez, el dolor fue muy agudo como para disfrutarlo.
La tuve que soltar, la tome del pelo pero tan sólo arranque un mechó y ella corrió. Sus piernas desnudas le dieron una velocidad que no habría creído.

No podía alcanzarla, no con la otra víctima a mis pies.
Debía irme, rápido.
Se había caído la mascarada, ahora. La mía al menos.

Cargue a la chica y nuevamente la lucidez y velocidad llegaron. Me guié por el olfato, buscando la humedad y olores de un riachuelo más allá de una pequeño bosque de pinos jóvenes. Las coníferas que adornaban la alfombra de ramas secas, velludas y suaves. Mi presa no pesaba, no ante las descargas de adrenalina que me hacían moverme casi a nivel del suelo.
Atrás, en la lejanía podía escuchar a los demás. Con candiles, palos y ahora ladridos de perros. Asumo que otro nivel más del mismo juego.
Ahora la cacería sería inversa. Debía ir más lejos

Así que me aleje y camine, bebí agua del riachuelo y aprovechando mi visión nocturna. Me perdí en la espesura. Más allá encontré la alambrada de púas y los burdos maderos que formaban la frontera de la hacienda. Lo negro de la noche y las canciones de los grillos. Baladas de mis hazañas, así las sentía.

Olores, festín de ellos. Por todos lados, olores familiares, que venían de una cabaña a un lado de otro río, pero esta vez un cauce furioso. Río de voces muertas que cantaban y gemían con estruendo, en los tonos ocultos de la tiniebla nocturna. Arriba en el cielo dos estrellas y una nube formaban una sonrisa maliciosa.

El rió corría desbocado. En el sonido del agua moviendo me, escuche mi nombre varias veces. Invitaciones que volteara, pero no lo hice. No debía, aunque ignoraba el por que.
La cabaña no era más que un escondrijo roído de tablones y lámina. Azotado constantemente por los vientos que hacían un aullar al meterse bajo la apolillada puerta.

Dentro, coloque a mi presa sobre el suelo. Su inconsciencia duraría más.
Escuche voces y susurros. Pero pensé que eran mis propios pensamientos. Noté algo que me erizo un poco. A un lado estaban las máscaras de mis previas victos y ese aroma tan familar, no era otro que el mío.
Ya había estado ahí, en otros momentos. Pero no lo recordaba.
En ese instante el absurdo me impacto ya ahora yo sentí temor
Pero tenía hambre
hambre y deseo
tan hondos, agudos e insaciables.

y mi victima exhibía una sensualidad que mi boca no podía tolerar. A pesar del miedo y lo lúgubre de ese lugar.

Más al fondo de la cabaña
Una voz me llamo:

-Te esperabamos- Me hice hacía atras un poco con cautela. Había algo tremendamente familiar y cercano en el aroma que emanaban, inclusive sus sonidos eran conocidos.

Tres individuos salieron de la penumbra, portando máscaras de lobos. Hermosas y detalladas, con esa elegancia tan aristócratica que confieren las facciones lupinas. Dos mujeres y un hombre

-Dale una máscara a nuestro compañero- y por primera vez, desde que entre en el juego me despoje de mi falsa cara de venado. Para portar, ahora la faz original.

La máscara del lobo era aun más avanzada y magnifica que la anterior. No sólo tenía la misma facultad de ver en la oscuridad, sino que aparte me dotaba de una vitalidad que no podría describir. Igual seguía saboreando aromas, observando sonidos, probando el aire y alimentandome de lujuria.

No pregunte, no requería saber. Quizas lo sabía y no lo recordaba o quizas simplemente debía aceptarlo.
Compartí mi presa con ellos, la desnudamos completamente. Pusimos su máscara a un lado, con mis otros trofeos. Su rostro era bellisimo, más aun que las otras.
Nuestras lenguas la exploraron, nuestros dientes palparon su piel y si nuestras manos tuvieran fauces, entonces la devoramos con los dedos.

y ahí quedo inconciente con el hilito de sangre, producto de darle de beber de la herida que me había hecho, para acusar al venado de mis crimenes.
Quedo ahí tendida ante la luz de la luna que se filtraba por las rotas láminas del techo de esa cabaña.
Así la encontraron los desconcertados venados, preguntandose en donde estaría yo.
Pero sus perros y garrotes no me encontraron esa noche.

Lejos de ahí
corriamos, como en manada.
Sintiendo la noche, saboreando la velocidad y nuestros corazones latiendo. Saltando y llendo aun más rápido, sin cansarnos, sin dormir. Perdiendonos en la selva de hierba hacía el lugar de los lobos.

Pero una loba me miraba, y yo conocía esa mirada que desvestía los secretos.
quizas dentro de su máscara de loba, había una etiqueta roja que decía
"Tu no eres loba, eres venado"

y el juego continuaría...


PD: no me pregunten, se los cuento tal como supe de ello.

Monday, September 12, 2011

Las Crónicas del Cubil parte 1

Fui invitado.
Me hice amigo de alguien, que me presento a otra persona y consecuentemente acabe ese día en la casona, en medio de la enorme huerta boscosa con las luces de la ciudad anunciando su lejanía. Los primeros días de Febrero aun traían los vientos helados del invierno en turno.

El juego era famoso sin admitir su existencia.
Uno de los secretos a voces, que no se da más respuesta directa que una sonrisa traviesa. Vídeos en la web y toda la parafernalia que le aderezaba en su elegante estatus de leyenda urbana, haciéndolo irresistible a los ojos adolescentes.

Aunque realmente no era más que un pretexto, como existen miles en el imaginario juvenil, para soltar los libidos y alimentarse de experiencias extremas. La mesa principal rebosaba con botellas y así, los hechos y las memorias se lavarían en alcohol durante el amanecer.

Pero de la misma manera, parte del encanto residía en el celo de su admisión. Se podría especular muchisimo, pero la razón de recibir una invitación o no permanecía en el misterio. Y el elitismo de los aquí presentes manifestaba claramente que la razón no se compartiría.

En el paquete venía una máscara, las reglas obligaban usarla en toda circunstancia bajo la penalización de severos castigos. Descubrirse una vez dentro desencadenaba aun más amenazas de algo no claro, que dejaba más material a la imaginación para establecer oscuras fantasías.

No más grande que un antifaz, con el estilo que recordaba al carnaval de Venecia. El diseño asemejaba a un venado astado de facciones inocuas. Dejaba al descubierto la boca y la barbilla, el material combinado con piel, era suave y cómodo para usarlo por noches. Los ojos no estaban expuestos pues unas lentillas oscuras cubrían los agujeros oculares. Eso dificultaba enormemente el mirar durante la noche, pero asumí que era parte de mantener el anonimato.

A punto de colocármela note algo dentro.
Una etiqueta roja, donde improvisad amente decía:

"No eres venado, eres Lobo"

Sin asumir nada, simplemente siguiendo la corriente a toda la atmósfera que me confería la circunstancia me la ceñí al rostro. Inmediatamente note la sensación, casi chamánica que confiere el dejar tu indentidad dentro. Una mascara no necesariamente es una caja donde te escondes, contrariamente una máscara libera, deja salir aquello, que temes, marque tu persona con una huella indeleble.

De todo lo que cargamos con nosotros, de lo que esta ahí y lo sabemos. Pero no queremos mostrarlo al mundo.
Las Máscaras son llaves, no candados.

Nos reunimos en la sala, para las instrucciones.

Todos teníamos la misma faz del Venado, la diferencia de género se notaba en que las mujeres no tenían astas y nosotros si. Parecía una fiesta de pijamas con algún toque perverso, marcadamente sexual

No había más de quince personas, en su mayoría muchachas. La careta daba cobijo al pudor y mediante eso, sus cuerpos, bellisimos, se mostraban a través de ligeras prendas de dormir. Risas y libertinaje, terreno virgen para muchos ahí.
Entendí ahora el por que de la restringida admisión.

Un muchacho que portaba los cuernos más largos y una grisasea barba postiza, dictó las reglas; mencionó citas de rituales romanos, pero todo eso lo escuche si prestar atención. Embelesado por esbelta hermosura de las participantes. Era subyugante saber, que podías fijar tu mirada con libertad. Observar y devorar se hizo similar en instantes y surgieron opciones demasiado tentadoras.

Mas tentadora se hizo la covivencia, cuando descubrí que debíamos hacer.

Salimos a los jardines y campos circundantes. No se permitía ir más allá de los límites del huerto. Pero el terreno nocturno parecía tan interminable de por si, que esa opción parecía impensable.

Las mujeres corrieron primero, veloces. Sus movimientos enfatizaban el tema de sus máscaras. Ágiles como cervatillas se dispersaron en medio de los árboles y entre las hierbas. Nosotros aguardamos y salimos tras ellas.

Algunos cayeron tropezando, otros corrían con movimientos torpes. Escuche quejas acerca de lo oscuras que las lentillas eran. Que las mujeres no las portaban y entonces "atraparlas" era muy complicado.
Pero no en mi caso.

Yo podía ver la noche, en muchos tonos de grises, tan claro como si fuera de día. Me pregunte si tendría que ver con la etiqueta que encontré. Quizás mi máscara tenía más modificaciones que no conocía. Pero, igual pensé; era parte del juego.

La ventaja era enorme.
Me pregunte si los demás lo sabrían, pero claramente al transcurrir el rato y la frustración de mis compañeros, note lo contrario.

Podía correr, pero no era necesario. Era mejor esconderme, por alguna razón me sentí augusto en medio de los vientos y el sonido de mi respiración me tranquilizaba. Estaba emocionado, pero descubrí que fácilmente podía contener esa ímpetus y enfocarme.

Me oculte tras una piedra. Podía también oler, la humedad de la tierra, el aroma de algunas plantas y la madera. Pero había otro aroma, uno que se hacía más fuerte a medida que pasaban los minutos. Era como una combinación de ingredientes, que no podía indentificar. Era intoxicante y adictivo.

Lo seguí, camine casi a rastras entre los troncos y siempre ocultándome en donde pudiera. Muy atrás quedaban risas y otros sonidos.
El olor se mezcló con el sonido de alguien respirando, el vapor al exhalar, si fuera una especie de perfume, es el más extraño que jamás conocí.

Y ahí estaba ella.
Una de las muchachas.
Sola en el páramo, intentando ocultarse, pero sin rumbo.
Se había alejado demasiado, y no se atrevía a levantarse, agachada, a la espera. De algún modo podía saber eso solamente con percibir su aroma y sonidos.

No me notaba, por que su mente estaba en todos lados. Mirando en todas direcciones pero sin lograr ver nada.

El ruido de casi cualquier cosa la ponía más nerviosa y la intoxicante escencia se hacía más intensa. Demasiado para no dejarse envolver con ella. No recordaba ya las reglas del juego. Sólo me acerque a hurtadillas
y me lanze lo más rápido que pude.

Le tape la boca y sus ojos se abrieron al máximo.
Su corazón latió con tal fuerza, que nos hizo cimbrar a ambos.
Bajo mis manos, su cuerpo se movía freneticamente.
Su piel era demasiado suave.
Los gritos ahogados en sonidos pequeños que quedaban aprisionados por mi mano, eran tan disfrutables, por que tenían sabor. Ella intento morderme pero sus dientes no lastimaban. El dolor era vigorizante, alimentaba la presión que ejercía sobre ella

Como desee que mis dedos tuvieran bocas...
que mi lengua fuera más larga
y que mis dientes fueran agudos.

Ella yacía inconciente
Yo miraba el cielo, tendido sobre ella.
La memoria era fugaz, recordaba instantes de explorarla con voracidad, de sus ropas rasgandose. Pero nada más, no entiendo como fue que un hilito de sangre manaba de sus labios.
Ni por que su expresión dormida, ante la luna me parecía aun más excitante.

Tomé su máscara. Sus ojos cerrados completaban la estética que comenzó con su boca.
era hermosa, y así la deje
semidesunda y acostada en aquel páramo
y me fui, velóz como pude correr.

¿Esó era el Juego?, La duda me acoso unos segundos, pero la emoción de saber que aun quedaban más victimas enfoco mis pasos...

Ahí entendí, por que a pesar de la máscara. Yo no era un Venado.


continuara en el siguiente post...

Wednesday, August 24, 2011

Proyector

Si mi mente tuviera forma, sería un calamar gigante.

Mis pensamientos son tentáculos que se estiran en palabras e imagenes.
Tocan, enredan, acarician o aprisionan y se expanden a donde mi percepción alcanza.

Y tu vienes, cual barco solitario en medio de aguas perdidas. Esperando sentir el abrazo del Kraken que yace bajo tu interior.


Te preguntaste sobre lo que hacías aquí.
¿Qué idea te impulso a venir, a confiar y traspasar la puerta?
La duda evanescente que disminuye adentro y la sincronía de nuestros intereses que toma cadencia, como un baile.

La platica de entrada, temerosa con sus pasos hacia la traviesa sugerencia, pero sin perder de vista la salida. El admitir, sin admitir, que las ideas te envuelvan invocando en ti; los Dioses ignotos que no compartes. Que han surgido, día a día, pero que no son suficientes ante otros ojos.

La esperada respuesta, de que mañana esto será halo de fantasía, disolvente en tanto uno no vuelva la cabeza. Que lo que interesa es el ahora, la fracción donde el tiempo es un concepto, donde la mente danza con el resto, en una mezcla homogénea.

Tus dedos exploran, cuestionan. Tus ojos agujeran almas y así mismo revelan. Poco a poco, tus manos a tu espalda caen prisioneras de cuerdas. Y tus labios advierten y suplican. Dado que esta escena la has visto muchas veces, entintada de muchas maneras, tras los párpados y las cortinas de la vigilia.

Y hablamos de que sucedería si aconteciera la vulnerable desnudez de la inconsciencia. De como eso, liberaría los candados que guardan las puertas, de todas tus ciudades secretas.

Entonces reflexionamos sobre lo que es deseo, emoción y la terrible consecuencia del impulso. Pero tu mirada ya pronuncia los conjuros, evocando a mis pensamientos que ahora son apéndices y tu ombligo es la ofrenda, del sacrificio a Nuestra Curiosidad y a las ninfas de la experiencia.

Por que ella es nuestra Deidad sedienta.
Si no fuera así.
¿Que te trajo a este texto perdido a devorar letras?

Así sea.











Monday, August 15, 2011

del Deseo

Estaba yo en esa habitación
y estaba el Hambre.

Me miraba, me decía, me gritaba.
El hambre no habla en palabras, conversa en lenguajes que sólo se escuchan en la compañía interior. Abre y cierra la boca, desenrolla su larga lengua y señala.

El Hambre te dice lo que ya sabes
Necesita lo que buscas, lo niegas pero ella te lo recuerda.
Esa es su labor

Estaba la fotografía.
Con la estela de aromas emocionales, con las sensaciones emanando como vapor delicioso. Intento que no se preciban tanto, pero son tan evidentes.
Que el hambre ya los ha notado
y clama por ello

El hambre pide
Pero no debe ordenar nunca
Dejarla hacerlo es abrir el caos.

El Hambre llora
El Hambre sintiendo la carga de frustración, furiosamente muerde mi mano
y tengo que salir de ahí.

La vida es un sendero
todos somos peregrinos. Llevamos al hombro un envoltorio de memorias. Algunas las dejamos olvidadas en la rama de algun árbol seco.
Pero a mi lado
va el Hambre

Siempre ha estado ahí
Me asustaba de niño, con su boca y todos esos dientes
pero se hizo mi compañera
y le acepte.

Aprendi a educarle
a amaestrarle y acudir a mi llamado
pero el Hambre es el Hambre y no siempre respeta las correas
se sacude y suelta dentelladas

Lo salvaje es la honestidad de la naturaleza
el Hambre es la más sincera de las criaturas.

Y estas tu...

Y una palabra de tu boca, con la cadencia de tu ironía.
La enloquecen, y se estrella contra los barrotes de la jaula que fabrique

Luna llena te nombro
de mis mitologías
y el Hambre ahora quiere liberarse
correr y cazar...

Creo que debería aflojar la cadena un poco.


ETHAN









Monday, July 25, 2011

No estoy de acuerdo pero...

“Have you ever been in love? Horrible isn't it? It makes you so vulnerable. It opens your chest and it opens up your heart and it means that someone can get inside you and mess you up. You build up all these defenses, you build up a whole suit of armor, so that nothing can hurt you, then one stupid person, no different from any other stupid person, wanders into your stupid life...You give them a piece of you. They didn't ask for it. They did something dumb one day, like kiss you or smile at you, and then your life isn't your own anymore. Love takes hostages. It gets inside you. It eats you out and leaves you crying in the darkness, so simple a phrase like 'maybe we should be just friends' turns into a glass splinter working its way into your heart. It hurts. Not just in the imagination. Not just in the mind. It's a soul-hurt, a real gets-inside-you-and-rips-you-apart pain. I hate love.”

Neil Gaiman

PD: No se por que eso que describe el Maestro Gaiman me recuerda mucho al Alien "chestbuster"... tétrico no?

Monday, July 11, 2011

Film Baroque

Del techo pendían tarros de cerveza de distintos tipos, a manera de candelabros colgados por cadenas. Dentro una vela o un foco que iluminaba sólo lo justo para que las paredes de piedra conservaran ese sabor avejentado que tanto se disfruta.
La pizza suculenta, y los vapores emanados eran invitantes, tanto como todo el mesón en si. El aroma a ajo y pan horneado, junto con las risas y anecdotas entre la madera que crujía y la compañia al final de un gran día.
Pero como siempre me acontece, no probe, ni saboree. Sólamente percibí

Me levante y camine hacia los lavamanos.
Note que me mirabas desde la mesa, y eso resultaba confortante. Como saberse acompañado del pensamiento de alguién.

Pero no regrese a la mesa.
Cruce un arco enorme y entre en la bibloteca.
El color de la piedra paso a ser un ocre neutro, solenme y silencioso. El cristal de las ventanas empañado por la lluvia fuerte afuera y sólo unos destellos de colores, provenientes de un vitral en forma de sol, arriba.

Algo buscaba, libros tras libros
apilados en largas mesas, en alteros, sin orden ni propósito.
Montones de letras e ilustraciones bajo gruesas tapas, ahí a la dispocisión del que los tomara. Siempre me he preguntado como son facinantes todas esas imagenes, los textos más grandiosos y los coloridos dibujos, grabados en formas intrincadas y aun así, no retendre nada.
Pasara el punto, donde simplemente lo olvide y toda esa maravilla quede escondida en algun rincón polvoso de la memoria.

Pero ahora no era ese momento.
Así que busque, tire algunas torres de volumenes. Reconocí algunos títulos y los guarde en la bolsa de mi abrigo.
Hasta que tumbando algunos, llegué a ese.

Un libro de pastas duras, con relieves dorados que formaban tipografías. Lo abrí y me sobresalto el encontrarle.
Adentro, en una agujero excabado en medio delas páginas, se asomaba el rostro de una muñeca con dientes afilados. Sus orbitas azules se abrieron y me miraron con voracidad. Su cabello era fino y la piel de sus mejillas dejo de ser porcelana y se torno cálida y suave.
Asustado tire el libro y no me atrevi a levantarlo.

Tu llegaste, sin saber su contenido lo tomaste y me lo entregaste.

-No te dejes morder, no te dejes comer- me dijiste.

Sabía que debía dejarlo, debía olvidarlo en ese montón de textos viejos para que otro curioso lo encontrara. Pero no lo hice, cerre el broche que mantenía las pastas unidas y también, lo heche en la bolsa de mi abrigo.

-Vamonos- te dije

Salimos y caminamos por calles desiertas
Nos maravillaron los detalles de su arquitectura.
Grandes fachadas de iglesias coloniales, derruidas y mordidas por los años y el viento. Cascos de casas señoriales, con pórticos adornados de hierro. Entradas, arcos y nichos donde aun, la cara sonriente de algún querubin nos observaba agrietada.

Y el pueblo parecía sin fin.
Pero no nos cansabamos. Tomabamos fotografías con lá cámara, con los ojos y con la memoria. Pero yo sabía, que igual en la biblioteca, todo esto se extinguría, no lo retendría con detalle.
La majestuosidad se perdería en un instante, un segundo y sería sólo niebla.

Exaustos entramos por grandes portones con herrajes.
Nos recibió un hombre gordo, portando un sombrero y con un acento notadamente marcado.
Se torno amistoso y nos dio la bienvenida, habló del pueblo, de honores municipales y nos invitó a una comida.
Supongo que aceptamos, más por no desairar su entusiasmo.

Entramos a un patio empedrado, con una fuente gigantesca y varios andamios improvisados para evitar su caída. Remodelación, se nos mencionó.
A lo largo del patio, nos asomamos a varios cuartos, cada uno con su propia historia y secretos. Camastros olvidados, sillones rojos con dragones en los reclinatorios.

Se escucharon caballos y el cantar de un gallo monstruoso. Si es que eso fuera uno.

Entramos al comedor
Amplias mesas de madera negra, tratada.
Del mismo ébano, cristaleros empotrados en lo que parecían ser troncos de arboles secos que se levantaban hasta el techo abovedado.
Y un perchero por cada dos sillas.

El hombre del sombrero desaparecio dejandonos en compañia de la servidumbre
varias bandejas cubiertas y los manteles largos.
Hambre no tenía realmente, estaba absorto viendo la estancia.

A lo largo de las paredes, una serie de oleos enmarcados, retratando diversos rostros de niños ciñiendo coronas. De todos tipos, pequeños reyes pecosos, morenos con turbantes y esmeraldas, pálidas reinas de pelo negro con miradas hermosas y serias.
Empezamos a notar, que ninguno de ellos reía.
Por que los niños rien. De alguna manera, en ese momento eso no encajaba.

Reconocí un rostro.
Una niña reina de ojos azules feroces, una pequeña boca y cabellos ondulantes. Su corona era un zarzal de espinas oscuras con una rosa negra en el centro.
Meti la mano al bolso y saque aquel libro

Lo abri y con horror note.
Ahí, en pequeño estaba la misma carita, que abria la boca armada con colmillos. Había estando intentando roer las pastas por dentro, para salir y asomarse. Quizas darme una buena dentellada en las manos.

-Suelta eso, te dije. No te hace bien- mencionaste con cierta adevertencia.

Pero aun así no lo hice.
Sin embargo, debíamos salir.

Uno de los perecheros de ébano se movio. Con crujidos la madera camino pesadamente. Notamos que no era un mueble, sino un anciano delgado. Sus facciones demacradas estanban esculpidas con mucho detalle. Murmuraba cosas y estiro los brazos rigidos y casi esqueleticos para atraparnos.

Lo evadimos
Pero la vajilla de los cristaleros tintineo y al abrirse las puertas, de dentro más ancianos negros salieron, con pasos pesados y lentos. Pero eran demasiados. Los dedos se estiraban esculpidos y ferreos. Parecían momificados en madera.

Un hacha sería útil.
Corrimos y salimos de nuevo al patio. Pero ahora había todo un laberinto de pasillos.
Hicimos caso de algunos señalamientos de herrajes, con agelitos que se burlaban de los perdidos.
Pero sólo llegabamos a topar con muros de cantera y arcos tapiados con rocas.

No sabíamos si nos perseguían o no.
Sólo corriamos.

Pasamos por un corredor y vimos un cuarto con santas en ataudes de cristal, en otro una charola llena de corazones secos y espinas, uno más donde sobre una tarima, dos jovenes se disponían a luchar con cucharas gigantes y dentadas. En la esquina para doblar, donde una mano de hierro señalaba al este, escuchamos un aullido de dolor.

Ahi ante un muro ensangrentado, vimos que aquello que cantó previamente, no era un gallo. Sino un basilisco con cresta, que devoraba salvajemente a un perro.

Pero pasandolos, estaba finalmente la salida, los cerros en la lejanía y la vía de un tren. Pasamos cuidadosamente, conteniendo la respiración. Pero el basilisco estaban tan ocupado hundiendo su pico dentando en la carne, que ni se inmuto.

Corrimos y sentí como la pequeña reina aun roía el libro desgastado en mi bolsillo.
No la deje atras
no lo se.
quizas lo comprenderé después

Casí sin aliento llegamos a la vía y alcazamos al maquinista que estaba a punto de partir. Compramos los boletos ahí mismo.
Ya por la ventana, veíamos el pueblo alejarse y las coordilleras grises en la lejanía. El cielo azul con algunas nubes flotando
y valles que se confunden con el horizonte.

La lluvia nos encontró de nuevo
ante el cristal empañado saque el libro y abri las pastas
Mi pequeña reina estaba mirandome, murmuraba cosas y sonreía sugestiva. Esperaba quizas que pegara mi oido para escucharle. Pero seguramente me mordería la oreja.

-Debiste dejar eso allá. Insisto que un día te devorara vivo- dijiste con seriedad

No respondí, cerré el libro y te mire.

-Vaya cosas, ¿seguramente tendremos mucho para dibujar no?-
-No, todo esto se ira y lo sabes-
-¿Si?- y recorde entonces, que posiblemente, en unos momentos más
despertaría y olvidaría todo.

Pero desperte, no olvide y escribí.
No tengo el libro, pero se donde lo guarde.
Antes de despertar, te lo di.

Cuando me duerma hoy, soñando ire a buscarte. ¿Me pregunto si lo conservas?

Finis Africae

JP

Tuesday, June 28, 2011

La Memoria de la Persistencia (y no al revéz)

Y sin hacer alusión a Dalí.

Hubo un momento al final de la 3ra película de la Matrix, donde Neo esta en el suelo sangrando y un victorioso Agente Smith pregunta con cierto enfado: "Por que insiste Sr. Anderson, si todo esta perdido?". Claro que en este contexto, el protagonista por supuesto responde con un barato deje heróico, algo sobre que "lo hace por que lo descide" tomando el camino difícil voluntariamente, a pesar de que la derrota ya es inminente y por demás, ya esta ahí.

Pero como sucede frecuentemente en las fábulas, una fuerza superior se ha puesto en marcha desde antes y es precisamente, el escoger el cámino del martir, que el heroe triunfa aunque su destino de ahí en adelante es incierto. ¿Murió?, ¿desapareció sin ver lo que logró con su determinación?.

La moraleja de la saga es que, fueron el conjunto de desciones anteriores combinadas con la voluntad y la fe de continuar hasta el final, lo que logró la victoria. Pero el film y el papel, nos brindan un idilio con la trama y nada más.

Reflexiono sobre la necedad, vista por otros como "determinación" o "tenacidad". Hay asuntos en los que estamos impuestos a continuar, quizas por que tenemos una visión romántica de las cosas y de los contextos. Y es por eso que a lo mejor no vemos lo que hay en realidad. Estamos tan alejados ya, de esa persona, esa circunstancia, lugar, etc. Que mientras el tiempo transcurrió todo ha cambiado, y todo lo que creció puede haber mutado en otras cosas.

Nos llaman "Obsesivos" a aquellos que aun buscamos rastros de vida en el fósil de un dinosaurio. Que nos imaginamos que un día repentinamente la teoría del mosquito en ambar será praxis y esos huesos se levantaran a caminar de nuevo.
Pero la cosa es que son huesos y huesos solamente.

Siempre he creido en el destino, no en ese de falluca que nos hace creernos profetas de nuestra propia vida. Sino en ese donde todo tiene un propósito en conjunto con los demás. Pero quizas los propósitos son fugaces, son escalas para otro nivel y pasaron dejando solamente memorias.

Y es cuando mucha gente te dice que dejes de intentarlo. Que no persistas, que simplemente te alejes en silencio. Que no persigas una memoria que sólo persiste en tu cabeza y no tiene ningún significado afuera.
Que no intentes hacer de tu "propia Matrix" el mundo de los que te rodean.

Aquí pregunto ¿Si es así, entoces todo valió la pena?. Si hubiera tratado otra semana, si hubiera tenido paciencia y continuar: una hora, un minuto...etc.
Si como Neo, dijera "insisto por que descido hacerlo, aunque todo esta pérdido"

Pero fuera de la Matrix, quizas solamente hay que dejar pasar.

Hoy alguién me llamo "esclavo de los recuerdos". Que no puedo dejar pasar las memorias y que intentó afanosamente regresar a ellas. Se que he sido insistente, pero siempre ha sido para conocer lo nuevo, para experimentar lo que no conozco. Por que, a donde dirijo mi mirada, creo hay universos enteros por descubrir.

Pero tal vez no sea así, tal vez llegué al final de la cueva y meramente exagere su profundidad.

Supongo ahora es tiempo de volver a Zion.

Thursday, April 28, 2011

de Lunas...

De sabiendas lo sabría
de habiendas lo haría
en mi coraza grabe tu nombre
y más allá de la herrumbre
las palabras perduran.

Hueca la armadura camina
no la impulsa la mente
Ni un animal dentro
Ni capricho al centro
sólo la emoción perdida

que la vuelva a llenar.

JP

Thursday, April 14, 2011

Jon no es un Monstruo

Jon amaba a Dara.
Dara era hermosa, pero ella sólo tenía interés en el horror. Dara lo había visto todo, películas, videos caseros, imagenes. Pero el asombro había abandonado su rostro.

Jon intentó por muchos medios capturar su atención, pero sus esfuezos sólo le valieron una frugal amistad y un beso en la mejilla de vez en cuando.
Jon moría de hambre, hambre de ser correspondido.

Por ello, se encontraba fuera de la ciudad, más allá del bosque. Donde inclusive en los días más soleados, esos árboles se encontraban en penumbra. Ahora en la tarde, las sombras habían extendido su reino, dejando al viento y los murmullos como sus únicos habitantes.

Jon tenía perforaciones en su rostro, había tatuado sus párpados y casi dislocado su mandíbula para emular gestos grotescos, sus constantes desveladas le habían dado un aspecto marchito con oscuras ojeras. Inclusive había pagado para que, dolorosamente, convirtieran sus dientes en agudos incisivos.

-Mirenme, soy horrible - dijo emulando la voz más cavernosa que pudo.

Dentro de un círculo de troncos secos, centenares de ojos amarillentos aparecieron escrutando al muchacho. Susurros y gemidos se fundieron con las hojas.

-No eres un monstruo- dijeron los susurros -vete extraño- Y los ojos amarillentos desaparecieron dejando a la noche vacía.

Jon respiro entristecido, pero pensó que no iba a ser fácil.
Un verdadero monstruo no es simplemente alguien que puede gesticular espanto y aprender las mímicas del horror.

Jon pasó por la ventana de Dara, suspirando por que alguna vez ese bello rostro enfocara su atención en el, pero amargamente sólo encontró una mirada de aceptación. Así, con renuencia se atrevió a dar el siguiente paso.

Espero impaciente a que saliera la última persona de la iglesia.
Entró por la sacristía y derribo la efigie de una santa, bailoteo pisoteandola. Luego se posó enfrente del altar y pronunció en voz alta las injurias más blasfemas que pudo idear. Intento profanar algo más importante, pero escuchó los pasos del sacristán y antes de cruzara la puerta, Jon saltó sobre el, lanzando alaridos.
El hombre cayó de tumbos en un reclinatorio, atemorizado y con un fuerte dolor en el pecho.

Jon salió triunfante de la Iglesia.

En su camino, golpeó brutalmente a un perrito ante el sobresalto de su dueña, una niña.
Jon vocifero amenazas y extendió sus manos como si fueran garras. La pequeña huyó con lágrimas de terror en el aire. También se paró en medio de la calle y apenas evitando los carros abrió su boca para intentar morder a una conductora. La mujer chilló y su auto fue a dar contra un puesto de atoles. El parabrisas estrellado mostró sangre, por primera vez.

Ante voces acusadoras y el silbato de la policía, Jon corrió hasta que sus piernas y cansancio lo llevaron nuevamente al bosque. Hacía ese lugar poblado por tinieblas con ojos amarillos.

aun jadeando y recuperando su aliento, intento decir.

- Mi- tosió - Mirenme, soy horrible y hago cosas horribles-

Detrás de los árboles los susurros le contestaron.

- No eres un monstruo, vete extraño-

Jon sintió una profunda decepción, no pensó que resultara tan difícil.
Sabía que ahora sólo tenía una cosa más por hacer. Pero considerarlo hacia que le doliera el estomago.
Cabizbajo, camino hacia su casa en las afueras.

La noche siguiente Jon volteó a la ventana de Dara. La televisión hablaba sobre sus travesuras de la noche anterior. Espero un poco para ver el rostro de la chica, pero de ella sólo salió un bostezo, despidiendose cerró la ventana.

Jon estaba decidido, tenía que ser un monstruo. No había otro modo.

Más tarde Jon, temblaba con desenfreno.
No es lo mismo causar destrozos, que actuar con tanta cercanía.

La navaja yacía en el suelo, junto con la sangre que manaba del cuello abierto.
El hombre boca abajo había dejado de moverse.
Hacerlo no había sido tan difícil como el atreverse.

Horas antes, mientras aguardaba en el callejón, había luchado contra su propia cordura y nervios, muchas veces pensó en abandonar todo, pero la mirada de Dara le confirmaba que debía continuar. Había caminado tanto por ese sendero, que dar marcha atrás era simplemente impensable.

No sabía quién era ese hombre, no había mirado su rostro.
Lo hizo por la espalda y observo como se desangraba en estertores.
Jon sintió una angustia intensa, ¿qué tal si era alguien que conocía?, ¿que tal si era alguien querido, como un tío o su propio padre?. Jon sintió que debía mirar, pero la idea le dio nauseas y vomitó en un rincón.
No sabía que hacer, un cuenco vacío había sustituido todo el contenido de su alma, y la nada era tan densa que lo ahogaba.

La noche y el día ya habían dejado de ser diferentes. Las horas ya no pasaban con el mismo ritmo y hasta el agua parecía impedida para saciar la sed. Cada pensamiento, cada sonido era una acusación y un cuestionamiento.
Con las manos manchadas de sangre camino sin rumbo, hasta que sus pies nuevamente lo llevaron a ese lugar.

Intento limpiarse el sudor frió, pero solamente manchó su cara con la sangre que empezaba a ponerse oscura.

- Mirenme, mirenme. Soy horrible, hago cosas horribles y ahora he asesinado a un desconocido-

De aquel círculo de troncos muertos, los ojos refulgentes lo observaron, y los susurros le contestaron.

- No eres un monstruo-

Jon cayó de rodillas y chilló amargado - ¿Qué diablos quieren?, ¿Qué más necesitan?. Estoy cubierto con la sangre de un extraño. Soy repugnante, soy infame...-

-Aun así, no perteneces a este lugar. Vete extraño- respondieron las voces y los cientos de ojos amarillos se fueron.

Poco a poco, una furia secreta se abrió paso desde el pecho hasta la garganta de Jon. Grito de rabia y se fue de ahí, frustrado y envilecido.
Llegó a la ventana de Dara y trepó por cornisa. Entró a la habitación, mientras la muchacha hablaba por móvil. Poseído por la ira y un deseo insano, la tomó por el cuello y le tapó la boca. Los hermosos ojos lo miraron bien abiertos.

-¡Mirame!- le grito y luego le atenazó la garganta hasta que el aire comenzó a faltar.
La chica no puso resistencia, simplemente se limitó a mirarlo hasta quedar inconsciente. Jon soltó la garganta y al comprobar que aun respiraba la arrastro a la cama. La ató con cable telefónico y busco en su escritorio, hasta encontrar unas tijeras.

Puso la acerada punta sobre la bellisima mejilla. -¡Despierta!- gimió.
Pero la chica dormía con tranquilidad, inmóvil en la cama, y ahí, su expresión era aun más sublime. Ante el, un gran espejo que medía toda la puerta fotografió la escena. Jon se miro, con la sangre seca en la cara, los dientes y las tijeras en su mano.

Y la bella Dara inconsciente.

Soltó las tijeras, un agudo dolor le torturaba desde hacia horas y ahora se había enmarañado con la vergüenza y la auto compasión. Sintió asco de si mismo, de sentir la transformación que había sufrido y lo que estaba dispuesto a hacer. Notó que en la cama, Dara había despertado y silenciosa, sin más expresividad que la perfección de sus rasgos lo miraba.

Podía notarse la indiferencia.

Jon cerró los ojos y lloró de impotencia.
Ya no se atrevía a verse más en el espejo, era insoportable el existir en su misma persona, el llamarse por su nombre. EL mundo, de repente era un lugar árido sin esperanza.
Jon suplicó, se arrastró y extendió las manos hacia Dara, intentado explicar todo, clamando por una mirada de admiración. Aunque fuera falsa.
Un pequeña gota de humanidad, en su boca.
Sólo eso, aunque fuera una vez. La resequedad del alma estaba abriendo dolorosas grietas. El vacio pareció morderlo.
Desesperado, y con todo su cuerpo temblando. Levantó las tijeras del suelo y las incrusto en su propio cuello. Gimoteando y escupiendo sangre dijo:

-Por ti-

Daria sonrió - Estoy impresionada- le dijo suavemente.
Jon agradeció con su último gesto, hasta quedar inerte.
finalmente lo consiguió.

Pasaron días
Hubo flashes de cámaras, noticias, rumores.
Nada cambio en ese cuarto. Se limpió el suelo y Dara siguió durmiendo en esa misma cama.

Pero hoy no se encuentra ahí.
Esta más allá del bosque, donde los susurros y los ojos crueles aparecen, cuando la noche hace tan negro el horizonte.

La bella Dara no dice nada, esta parada ahi, ante el círculo de árboles muertos.
las voces le dicen:

-Bienvenida Hermana-

Fin.

JP

De Monstruos

He conciliado mis pasiones lo mejor que he podido.
He reprimido, censurado, apretado el puño y he sentido el crujir de mis mandíbulas, ante el deseo imperioso de hundir en un vórtice de sadismo, a cualquier forma que atraiga a las furias que habítan en mis líbidos.
Día a día, con paciencia y determinación, contengo a las feroces energías que claman hambrientas desde mi interior.
Cada mañana es un ejercicio de disciplina ante la imagen que me suplica desde el otro lado del espejo. Macabro teatro, es mirar los ojos que miran directamente hacia los míos.
Pero no cederé.
Observandome he aprendido, que soy el Guardían del Monstruo.

JP

Monday, March 14, 2011

Guerrero-Escritor

Sucedió que tenía ganas de escribir una historia de horror.
Pero, no tenía una trama en si para constituirla, sólo una colección mental de escenas espantosas, algunas tan aberrantes, que ni siquiera tenían una lógica comun. Así, sin saber bien como hilarlas entre si, para que formaran un desarrollo, me puse simplemente a listarlas en un papel, sin más orden que la cronología de su aparición en mi cabeza.

No quiero adjudicarme el crédito de todas, digo. Algunas son producto de ver otras cosas, desde alguna descripción en algún texto que murio de hambre en los libreros de una tienda de viejo. Hasta trozos de algun comercial referente a la quinta parte de alguna franquicia cinematográfica. Solamente que les heche salsa, las cocine y pues intente que cuadraran en mi definición de lo horrible.

A medida que la lista iba creciendo, me pareció que adquiría la forma de un cienpies gigante que terminaría por atacarme, inmediatamente después de que dejara de escribir. Y me dio un poco de miedo, por que mi colección de escenas escalofriantes, empezaba poco a poco a ser demasiado larga. ¿Qué tantas cosas abyectas puede guardar una cabeza?. ¿Serán tantas o más que los recuerdo preciosos?

Pero la tiránica regla, que dice que aquello que una vez miras, no pudes nunca más "desverlo" resonó en mi cabeza con la cadencia de un conjunro irrompible. Es realmente entender que un listado de las cosas que nos marcaron en espanto, es también un recuento de todas las heridas que sufrió nuestra inocencia. Si fuera piel, esa lista sería un mapa de cicatrices.
Quizás algunas rojas aun, esperando abrirse de nuevo, ante un sobresalto.

Pero mi lista no es más larga que otras. Hay quienes perdieron hasta el último centimetro de inocencia, y son descarnados que marchán con musculos cenizos y podridos, pegados la osamenta. Y es que, nada ya queda que les de espanto. Nada existe, en este mundo que pueda frenar el corazón y que una gota de sudor frio se resbale por la espalda.
Por que ya no tienen espalda, solo vertebras salientes, como la espina dorsal de un pez carcomido.

Esos fueron devorados por sus propias colecciones de escenas horribles. Algunas, que vivieron a flor de piel. No queda nada, ni la más mínima capacidad de sobresalto, y así entienden el mundo en otros colores.

Por eso, al terminar la lista la destruire. Se que no me librare de esas visiones que me atormentan en las pesadillas. Pero será un modo simbólico de controlarlas. En un papel, estan indefensas. Dentro, es donde realmente pueden hacer daño.

Pero a medida que pasan los minutos, la lista ya es demasiado larga y aun no me he atrevido a nombrar la escena más espantosa que he visto. Esa que con solo imaginar el mero contexto ya me ha erizado la piel. Todos tenemos una así, sea que la hayamos vivido, o que la vimos en algun cartel pegado en la pared.

La mía, es tan voraz para la sensibilidad que se, que cuando la escriba. Formará la cabeza de este cienpies, que es esta lista. Una cabeza grande sin ojos, con largas antenas como tentáculos y dos feroces mandibulas dentadas en forma de pinzas.

Ahora la escribire, y en cuanto teclee la última palabra tendre que enfrentarme a lo que he creado.
No se que pase después, pero tengo un encendedor y la estufa lista.

Para escribir horror debe uno poder horrorizarse.
Para escribir, debe uno simplemente
dejarse morder por sus palabras.

tengan cuidado con sus letras.

JP

Sunday, January 30, 2011

La Carta del Multiuniverso

Si he de extrañar, extraño
Si he de anhelar, lo hago.
Volví y aun nunca me he ido.

Extraño:
La tonada de esa canción
que bailamos y aun no se ha escrito
la carta del fin del mundo
que llegó inportuna y nunca se recitó

Anhelo:
Los atardeceres intensos
de los días que pasaríamos juntos
tu abrazo ante el cataclismo inminente
y que ahora memoria incongruente
de algo que no sucedió

Extraño:
El apocalípsis de la adolescencia
El gran imperio del hubiera
con todos sus destinos hermosos
de la historia que no se contó

Y recuerdo:
Los días que aun no suceden
las posibles variantes
de todas las lineas de vida
que jamás hemos de tomar

Por que ni Dioses ni Planetas
ni amos del mañana
o figuras mesiánicas
Profetas y elegidos
que deliberan y desciden
afirmando que el libre albedrío
es una ilusión final

Tampoco los espacios vacios
donde flota el polvo estelar
Nadie, nada, nunca podrían

Impedir,
que mi universo se colapsara
se comprimiera en un efímero posible
en un paralelo minuto
de dorada singularidad

En la alterna tierra del "quizas"
un segundo de entropía
y yo, te volviera a besar.


JP

PD: Dedicado a toda la gente que vive acosada por las 3 terribles palabras del "QUE TAL SI" y estuviera dispuesta construír una máquina para remediar eso.
Un consejo, no lo hagan...