“Have you ever been in love? Horrible isn't it? It makes you so vulnerable. It opens your chest and it opens up your heart and it means that someone can get inside you and mess you up. You build up all these defenses, you build up a whole suit of armor, so that nothing can hurt you, then one stupid person, no different from any other stupid person, wanders into your stupid life...You give them a piece of you. They didn't ask for it. They did something dumb one day, like kiss you or smile at you, and then your life isn't your own anymore. Love takes hostages. It gets inside you. It eats you out and leaves you crying in the darkness, so simple a phrase like 'maybe we should be just friends' turns into a glass splinter working its way into your heart. It hurts. Not just in the imagination. Not just in the mind. It's a soul-hurt, a real gets-inside-you-and-rips-you-apart pain. I hate love.”
Neil Gaiman
PD: No se por que eso que describe el Maestro Gaiman me recuerda mucho al Alien "chestbuster"... tétrico no?
Monday, July 25, 2011
Monday, July 11, 2011
Film Baroque
Del techo pendían tarros de cerveza de distintos tipos, a manera de candelabros colgados por cadenas. Dentro una vela o un foco que iluminaba sólo lo justo para que las paredes de piedra conservaran ese sabor avejentado que tanto se disfruta.
La pizza suculenta, y los vapores emanados eran invitantes, tanto como todo el mesón en si. El aroma a ajo y pan horneado, junto con las risas y anecdotas entre la madera que crujía y la compañia al final de un gran día.
Pero como siempre me acontece, no probe, ni saboree. Sólamente percibí
Me levante y camine hacia los lavamanos.
Note que me mirabas desde la mesa, y eso resultaba confortante. Como saberse acompañado del pensamiento de alguién.
Pero no regrese a la mesa.
Cruce un arco enorme y entre en la bibloteca.
El color de la piedra paso a ser un ocre neutro, solenme y silencioso. El cristal de las ventanas empañado por la lluvia fuerte afuera y sólo unos destellos de colores, provenientes de un vitral en forma de sol, arriba.
Algo buscaba, libros tras libros
apilados en largas mesas, en alteros, sin orden ni propósito.
Montones de letras e ilustraciones bajo gruesas tapas, ahí a la dispocisión del que los tomara. Siempre me he preguntado como son facinantes todas esas imagenes, los textos más grandiosos y los coloridos dibujos, grabados en formas intrincadas y aun así, no retendre nada.
Pasara el punto, donde simplemente lo olvide y toda esa maravilla quede escondida en algun rincón polvoso de la memoria.
Pero ahora no era ese momento.
Así que busque, tire algunas torres de volumenes. Reconocí algunos títulos y los guarde en la bolsa de mi abrigo.
Hasta que tumbando algunos, llegué a ese.
Un libro de pastas duras, con relieves dorados que formaban tipografías. Lo abrí y me sobresalto el encontrarle.
Adentro, en una agujero excabado en medio delas páginas, se asomaba el rostro de una muñeca con dientes afilados. Sus orbitas azules se abrieron y me miraron con voracidad. Su cabello era fino y la piel de sus mejillas dejo de ser porcelana y se torno cálida y suave.
Asustado tire el libro y no me atrevi a levantarlo.
Tu llegaste, sin saber su contenido lo tomaste y me lo entregaste.
-No te dejes morder, no te dejes comer- me dijiste.
Sabía que debía dejarlo, debía olvidarlo en ese montón de textos viejos para que otro curioso lo encontrara. Pero no lo hice, cerre el broche que mantenía las pastas unidas y también, lo heche en la bolsa de mi abrigo.
-Vamonos- te dije
Salimos y caminamos por calles desiertas
Nos maravillaron los detalles de su arquitectura.
Grandes fachadas de iglesias coloniales, derruidas y mordidas por los años y el viento. Cascos de casas señoriales, con pórticos adornados de hierro. Entradas, arcos y nichos donde aun, la cara sonriente de algún querubin nos observaba agrietada.
Y el pueblo parecía sin fin.
Pero no nos cansabamos. Tomabamos fotografías con lá cámara, con los ojos y con la memoria. Pero yo sabía, que igual en la biblioteca, todo esto se extinguría, no lo retendría con detalle.
La majestuosidad se perdería en un instante, un segundo y sería sólo niebla.
Exaustos entramos por grandes portones con herrajes.
Nos recibió un hombre gordo, portando un sombrero y con un acento notadamente marcado.
Se torno amistoso y nos dio la bienvenida, habló del pueblo, de honores municipales y nos invitó a una comida.
Supongo que aceptamos, más por no desairar su entusiasmo.
Entramos a un patio empedrado, con una fuente gigantesca y varios andamios improvisados para evitar su caída. Remodelación, se nos mencionó.
A lo largo del patio, nos asomamos a varios cuartos, cada uno con su propia historia y secretos. Camastros olvidados, sillones rojos con dragones en los reclinatorios.
Se escucharon caballos y el cantar de un gallo monstruoso. Si es que eso fuera uno.
Entramos al comedor
Amplias mesas de madera negra, tratada.
Del mismo ébano, cristaleros empotrados en lo que parecían ser troncos de arboles secos que se levantaban hasta el techo abovedado.
Y un perchero por cada dos sillas.
El hombre del sombrero desaparecio dejandonos en compañia de la servidumbre
varias bandejas cubiertas y los manteles largos.
Hambre no tenía realmente, estaba absorto viendo la estancia.
A lo largo de las paredes, una serie de oleos enmarcados, retratando diversos rostros de niños ciñiendo coronas. De todos tipos, pequeños reyes pecosos, morenos con turbantes y esmeraldas, pálidas reinas de pelo negro con miradas hermosas y serias.
Empezamos a notar, que ninguno de ellos reía.
Por que los niños rien. De alguna manera, en ese momento eso no encajaba.
Reconocí un rostro.
Una niña reina de ojos azules feroces, una pequeña boca y cabellos ondulantes. Su corona era un zarzal de espinas oscuras con una rosa negra en el centro.
Meti la mano al bolso y saque aquel libro
Lo abri y con horror note.
Ahí, en pequeño estaba la misma carita, que abria la boca armada con colmillos. Había estando intentando roer las pastas por dentro, para salir y asomarse. Quizas darme una buena dentellada en las manos.
-Suelta eso, te dije. No te hace bien- mencionaste con cierta adevertencia.
Pero aun así no lo hice.
Sin embargo, debíamos salir.
Uno de los perecheros de ébano se movio. Con crujidos la madera camino pesadamente. Notamos que no era un mueble, sino un anciano delgado. Sus facciones demacradas estanban esculpidas con mucho detalle. Murmuraba cosas y estiro los brazos rigidos y casi esqueleticos para atraparnos.
Lo evadimos
Pero la vajilla de los cristaleros tintineo y al abrirse las puertas, de dentro más ancianos negros salieron, con pasos pesados y lentos. Pero eran demasiados. Los dedos se estiraban esculpidos y ferreos. Parecían momificados en madera.
Un hacha sería útil.
Corrimos y salimos de nuevo al patio. Pero ahora había todo un laberinto de pasillos.
Hicimos caso de algunos señalamientos de herrajes, con agelitos que se burlaban de los perdidos.
Pero sólo llegabamos a topar con muros de cantera y arcos tapiados con rocas.
No sabíamos si nos perseguían o no.
Sólo corriamos.
Pasamos por un corredor y vimos un cuarto con santas en ataudes de cristal, en otro una charola llena de corazones secos y espinas, uno más donde sobre una tarima, dos jovenes se disponían a luchar con cucharas gigantes y dentadas. En la esquina para doblar, donde una mano de hierro señalaba al este, escuchamos un aullido de dolor.
Ahi ante un muro ensangrentado, vimos que aquello que cantó previamente, no era un gallo. Sino un basilisco con cresta, que devoraba salvajemente a un perro.
Pero pasandolos, estaba finalmente la salida, los cerros en la lejanía y la vía de un tren. Pasamos cuidadosamente, conteniendo la respiración. Pero el basilisco estaban tan ocupado hundiendo su pico dentando en la carne, que ni se inmuto.
Corrimos y sentí como la pequeña reina aun roía el libro desgastado en mi bolsillo.
No la deje atras
no lo se.
quizas lo comprenderé después
Casí sin aliento llegamos a la vía y alcazamos al maquinista que estaba a punto de partir. Compramos los boletos ahí mismo.
Ya por la ventana, veíamos el pueblo alejarse y las coordilleras grises en la lejanía. El cielo azul con algunas nubes flotando
y valles que se confunden con el horizonte.
La lluvia nos encontró de nuevo
ante el cristal empañado saque el libro y abri las pastas
Mi pequeña reina estaba mirandome, murmuraba cosas y sonreía sugestiva. Esperaba quizas que pegara mi oido para escucharle. Pero seguramente me mordería la oreja.
-Debiste dejar eso allá. Insisto que un día te devorara vivo- dijiste con seriedad
No respondí, cerré el libro y te mire.
-Vaya cosas, ¿seguramente tendremos mucho para dibujar no?-
-No, todo esto se ira y lo sabes-
-¿Si?- y recorde entonces, que posiblemente, en unos momentos más
despertaría y olvidaría todo.
Pero desperte, no olvide y escribí.
No tengo el libro, pero se donde lo guarde.
Antes de despertar, te lo di.
Cuando me duerma hoy, soñando ire a buscarte. ¿Me pregunto si lo conservas?
Finis Africae
JP
La pizza suculenta, y los vapores emanados eran invitantes, tanto como todo el mesón en si. El aroma a ajo y pan horneado, junto con las risas y anecdotas entre la madera que crujía y la compañia al final de un gran día.
Pero como siempre me acontece, no probe, ni saboree. Sólamente percibí
Me levante y camine hacia los lavamanos.
Note que me mirabas desde la mesa, y eso resultaba confortante. Como saberse acompañado del pensamiento de alguién.
Pero no regrese a la mesa.
Cruce un arco enorme y entre en la bibloteca.
El color de la piedra paso a ser un ocre neutro, solenme y silencioso. El cristal de las ventanas empañado por la lluvia fuerte afuera y sólo unos destellos de colores, provenientes de un vitral en forma de sol, arriba.
Algo buscaba, libros tras libros
apilados en largas mesas, en alteros, sin orden ni propósito.
Montones de letras e ilustraciones bajo gruesas tapas, ahí a la dispocisión del que los tomara. Siempre me he preguntado como son facinantes todas esas imagenes, los textos más grandiosos y los coloridos dibujos, grabados en formas intrincadas y aun así, no retendre nada.
Pasara el punto, donde simplemente lo olvide y toda esa maravilla quede escondida en algun rincón polvoso de la memoria.
Pero ahora no era ese momento.
Así que busque, tire algunas torres de volumenes. Reconocí algunos títulos y los guarde en la bolsa de mi abrigo.
Hasta que tumbando algunos, llegué a ese.
Un libro de pastas duras, con relieves dorados que formaban tipografías. Lo abrí y me sobresalto el encontrarle.
Adentro, en una agujero excabado en medio delas páginas, se asomaba el rostro de una muñeca con dientes afilados. Sus orbitas azules se abrieron y me miraron con voracidad. Su cabello era fino y la piel de sus mejillas dejo de ser porcelana y se torno cálida y suave.
Asustado tire el libro y no me atrevi a levantarlo.
Tu llegaste, sin saber su contenido lo tomaste y me lo entregaste.
-No te dejes morder, no te dejes comer- me dijiste.
Sabía que debía dejarlo, debía olvidarlo en ese montón de textos viejos para que otro curioso lo encontrara. Pero no lo hice, cerre el broche que mantenía las pastas unidas y también, lo heche en la bolsa de mi abrigo.
-Vamonos- te dije
Salimos y caminamos por calles desiertas
Nos maravillaron los detalles de su arquitectura.
Grandes fachadas de iglesias coloniales, derruidas y mordidas por los años y el viento. Cascos de casas señoriales, con pórticos adornados de hierro. Entradas, arcos y nichos donde aun, la cara sonriente de algún querubin nos observaba agrietada.
Y el pueblo parecía sin fin.
Pero no nos cansabamos. Tomabamos fotografías con lá cámara, con los ojos y con la memoria. Pero yo sabía, que igual en la biblioteca, todo esto se extinguría, no lo retendría con detalle.
La majestuosidad se perdería en un instante, un segundo y sería sólo niebla.
Exaustos entramos por grandes portones con herrajes.
Nos recibió un hombre gordo, portando un sombrero y con un acento notadamente marcado.
Se torno amistoso y nos dio la bienvenida, habló del pueblo, de honores municipales y nos invitó a una comida.
Supongo que aceptamos, más por no desairar su entusiasmo.
Entramos a un patio empedrado, con una fuente gigantesca y varios andamios improvisados para evitar su caída. Remodelación, se nos mencionó.
A lo largo del patio, nos asomamos a varios cuartos, cada uno con su propia historia y secretos. Camastros olvidados, sillones rojos con dragones en los reclinatorios.
Se escucharon caballos y el cantar de un gallo monstruoso. Si es que eso fuera uno.
Entramos al comedor
Amplias mesas de madera negra, tratada.
Del mismo ébano, cristaleros empotrados en lo que parecían ser troncos de arboles secos que se levantaban hasta el techo abovedado.
Y un perchero por cada dos sillas.
El hombre del sombrero desaparecio dejandonos en compañia de la servidumbre
varias bandejas cubiertas y los manteles largos.
Hambre no tenía realmente, estaba absorto viendo la estancia.
A lo largo de las paredes, una serie de oleos enmarcados, retratando diversos rostros de niños ciñiendo coronas. De todos tipos, pequeños reyes pecosos, morenos con turbantes y esmeraldas, pálidas reinas de pelo negro con miradas hermosas y serias.
Empezamos a notar, que ninguno de ellos reía.
Por que los niños rien. De alguna manera, en ese momento eso no encajaba.
Reconocí un rostro.
Una niña reina de ojos azules feroces, una pequeña boca y cabellos ondulantes. Su corona era un zarzal de espinas oscuras con una rosa negra en el centro.
Meti la mano al bolso y saque aquel libro
Lo abri y con horror note.
Ahí, en pequeño estaba la misma carita, que abria la boca armada con colmillos. Había estando intentando roer las pastas por dentro, para salir y asomarse. Quizas darme una buena dentellada en las manos.
-Suelta eso, te dije. No te hace bien- mencionaste con cierta adevertencia.
Pero aun así no lo hice.
Sin embargo, debíamos salir.
Uno de los perecheros de ébano se movio. Con crujidos la madera camino pesadamente. Notamos que no era un mueble, sino un anciano delgado. Sus facciones demacradas estanban esculpidas con mucho detalle. Murmuraba cosas y estiro los brazos rigidos y casi esqueleticos para atraparnos.
Lo evadimos
Pero la vajilla de los cristaleros tintineo y al abrirse las puertas, de dentro más ancianos negros salieron, con pasos pesados y lentos. Pero eran demasiados. Los dedos se estiraban esculpidos y ferreos. Parecían momificados en madera.
Un hacha sería útil.
Corrimos y salimos de nuevo al patio. Pero ahora había todo un laberinto de pasillos.
Hicimos caso de algunos señalamientos de herrajes, con agelitos que se burlaban de los perdidos.
Pero sólo llegabamos a topar con muros de cantera y arcos tapiados con rocas.
No sabíamos si nos perseguían o no.
Sólo corriamos.
Pasamos por un corredor y vimos un cuarto con santas en ataudes de cristal, en otro una charola llena de corazones secos y espinas, uno más donde sobre una tarima, dos jovenes se disponían a luchar con cucharas gigantes y dentadas. En la esquina para doblar, donde una mano de hierro señalaba al este, escuchamos un aullido de dolor.
Ahi ante un muro ensangrentado, vimos que aquello que cantó previamente, no era un gallo. Sino un basilisco con cresta, que devoraba salvajemente a un perro.
Pero pasandolos, estaba finalmente la salida, los cerros en la lejanía y la vía de un tren. Pasamos cuidadosamente, conteniendo la respiración. Pero el basilisco estaban tan ocupado hundiendo su pico dentando en la carne, que ni se inmuto.
Corrimos y sentí como la pequeña reina aun roía el libro desgastado en mi bolsillo.
No la deje atras
no lo se.
quizas lo comprenderé después
Casí sin aliento llegamos a la vía y alcazamos al maquinista que estaba a punto de partir. Compramos los boletos ahí mismo.
Ya por la ventana, veíamos el pueblo alejarse y las coordilleras grises en la lejanía. El cielo azul con algunas nubes flotando
y valles que se confunden con el horizonte.
La lluvia nos encontró de nuevo
ante el cristal empañado saque el libro y abri las pastas
Mi pequeña reina estaba mirandome, murmuraba cosas y sonreía sugestiva. Esperaba quizas que pegara mi oido para escucharle. Pero seguramente me mordería la oreja.
-Debiste dejar eso allá. Insisto que un día te devorara vivo- dijiste con seriedad
No respondí, cerré el libro y te mire.
-Vaya cosas, ¿seguramente tendremos mucho para dibujar no?-
-No, todo esto se ira y lo sabes-
-¿Si?- y recorde entonces, que posiblemente, en unos momentos más
despertaría y olvidaría todo.
Pero desperte, no olvide y escribí.
No tengo el libro, pero se donde lo guarde.
Antes de despertar, te lo di.
Cuando me duerma hoy, soñando ire a buscarte. ¿Me pregunto si lo conservas?
Finis Africae
JP
Tuesday, June 28, 2011
La Memoria de la Persistencia (y no al revéz)
Y sin hacer alusión a Dalí.
Hubo un momento al final de la 3ra película de la Matrix, donde Neo esta en el suelo sangrando y un victorioso Agente Smith pregunta con cierto enfado: "Por que insiste Sr. Anderson, si todo esta perdido?". Claro que en este contexto, el protagonista por supuesto responde con un barato deje heróico, algo sobre que "lo hace por que lo descide" tomando el camino difícil voluntariamente, a pesar de que la derrota ya es inminente y por demás, ya esta ahí.
Pero como sucede frecuentemente en las fábulas, una fuerza superior se ha puesto en marcha desde antes y es precisamente, el escoger el cámino del martir, que el heroe triunfa aunque su destino de ahí en adelante es incierto. ¿Murió?, ¿desapareció sin ver lo que logró con su determinación?.
La moraleja de la saga es que, fueron el conjunto de desciones anteriores combinadas con la voluntad y la fe de continuar hasta el final, lo que logró la victoria. Pero el film y el papel, nos brindan un idilio con la trama y nada más.
Reflexiono sobre la necedad, vista por otros como "determinación" o "tenacidad". Hay asuntos en los que estamos impuestos a continuar, quizas por que tenemos una visión romántica de las cosas y de los contextos. Y es por eso que a lo mejor no vemos lo que hay en realidad. Estamos tan alejados ya, de esa persona, esa circunstancia, lugar, etc. Que mientras el tiempo transcurrió todo ha cambiado, y todo lo que creció puede haber mutado en otras cosas.
Nos llaman "Obsesivos" a aquellos que aun buscamos rastros de vida en el fósil de un dinosaurio. Que nos imaginamos que un día repentinamente la teoría del mosquito en ambar será praxis y esos huesos se levantaran a caminar de nuevo.
Pero la cosa es que son huesos y huesos solamente.
Siempre he creido en el destino, no en ese de falluca que nos hace creernos profetas de nuestra propia vida. Sino en ese donde todo tiene un propósito en conjunto con los demás. Pero quizas los propósitos son fugaces, son escalas para otro nivel y pasaron dejando solamente memorias.
Y es cuando mucha gente te dice que dejes de intentarlo. Que no persistas, que simplemente te alejes en silencio. Que no persigas una memoria que sólo persiste en tu cabeza y no tiene ningún significado afuera.
Que no intentes hacer de tu "propia Matrix" el mundo de los que te rodean.
Aquí pregunto ¿Si es así, entoces todo valió la pena?. Si hubiera tratado otra semana, si hubiera tenido paciencia y continuar: una hora, un minuto...etc.
Si como Neo, dijera "insisto por que descido hacerlo, aunque todo esta pérdido"
Pero fuera de la Matrix, quizas solamente hay que dejar pasar.
Hoy alguién me llamo "esclavo de los recuerdos". Que no puedo dejar pasar las memorias y que intentó afanosamente regresar a ellas. Se que he sido insistente, pero siempre ha sido para conocer lo nuevo, para experimentar lo que no conozco. Por que, a donde dirijo mi mirada, creo hay universos enteros por descubrir.
Pero tal vez no sea así, tal vez llegué al final de la cueva y meramente exagere su profundidad.
Supongo ahora es tiempo de volver a Zion.
Hubo un momento al final de la 3ra película de la Matrix, donde Neo esta en el suelo sangrando y un victorioso Agente Smith pregunta con cierto enfado: "Por que insiste Sr. Anderson, si todo esta perdido?". Claro que en este contexto, el protagonista por supuesto responde con un barato deje heróico, algo sobre que "lo hace por que lo descide" tomando el camino difícil voluntariamente, a pesar de que la derrota ya es inminente y por demás, ya esta ahí.
Pero como sucede frecuentemente en las fábulas, una fuerza superior se ha puesto en marcha desde antes y es precisamente, el escoger el cámino del martir, que el heroe triunfa aunque su destino de ahí en adelante es incierto. ¿Murió?, ¿desapareció sin ver lo que logró con su determinación?.
La moraleja de la saga es que, fueron el conjunto de desciones anteriores combinadas con la voluntad y la fe de continuar hasta el final, lo que logró la victoria. Pero el film y el papel, nos brindan un idilio con la trama y nada más.
Reflexiono sobre la necedad, vista por otros como "determinación" o "tenacidad". Hay asuntos en los que estamos impuestos a continuar, quizas por que tenemos una visión romántica de las cosas y de los contextos. Y es por eso que a lo mejor no vemos lo que hay en realidad. Estamos tan alejados ya, de esa persona, esa circunstancia, lugar, etc. Que mientras el tiempo transcurrió todo ha cambiado, y todo lo que creció puede haber mutado en otras cosas.
Nos llaman "Obsesivos" a aquellos que aun buscamos rastros de vida en el fósil de un dinosaurio. Que nos imaginamos que un día repentinamente la teoría del mosquito en ambar será praxis y esos huesos se levantaran a caminar de nuevo.
Pero la cosa es que son huesos y huesos solamente.
Siempre he creido en el destino, no en ese de falluca que nos hace creernos profetas de nuestra propia vida. Sino en ese donde todo tiene un propósito en conjunto con los demás. Pero quizas los propósitos son fugaces, son escalas para otro nivel y pasaron dejando solamente memorias.
Y es cuando mucha gente te dice que dejes de intentarlo. Que no persistas, que simplemente te alejes en silencio. Que no persigas una memoria que sólo persiste en tu cabeza y no tiene ningún significado afuera.
Que no intentes hacer de tu "propia Matrix" el mundo de los que te rodean.
Aquí pregunto ¿Si es así, entoces todo valió la pena?. Si hubiera tratado otra semana, si hubiera tenido paciencia y continuar: una hora, un minuto...etc.
Si como Neo, dijera "insisto por que descido hacerlo, aunque todo esta pérdido"
Pero fuera de la Matrix, quizas solamente hay que dejar pasar.
Hoy alguién me llamo "esclavo de los recuerdos". Que no puedo dejar pasar las memorias y que intentó afanosamente regresar a ellas. Se que he sido insistente, pero siempre ha sido para conocer lo nuevo, para experimentar lo que no conozco. Por que, a donde dirijo mi mirada, creo hay universos enteros por descubrir.
Pero tal vez no sea así, tal vez llegué al final de la cueva y meramente exagere su profundidad.
Supongo ahora es tiempo de volver a Zion.
Thursday, April 28, 2011
de Lunas...
De sabiendas lo sabría
de habiendas lo haría
en mi coraza grabe tu nombre
y más allá de la herrumbre
las palabras perduran.
Hueca la armadura camina
no la impulsa la mente
Ni un animal dentro
Ni capricho al centro
sólo la emoción perdida
que la vuelva a llenar.
JP
de habiendas lo haría
en mi coraza grabe tu nombre
y más allá de la herrumbre
las palabras perduran.
Hueca la armadura camina
no la impulsa la mente
Ni un animal dentro
Ni capricho al centro
sólo la emoción perdida
que la vuelva a llenar.
JP
Thursday, April 14, 2011
Jon no es un Monstruo
Jon amaba a Dara.
Dara era hermosa, pero ella sólo tenía interés en el horror. Dara lo había visto todo, películas, videos caseros, imagenes. Pero el asombro había abandonado su rostro.
Jon intentó por muchos medios capturar su atención, pero sus esfuezos sólo le valieron una frugal amistad y un beso en la mejilla de vez en cuando.
Jon moría de hambre, hambre de ser correspondido.
Por ello, se encontraba fuera de la ciudad, más allá del bosque. Donde inclusive en los días más soleados, esos árboles se encontraban en penumbra. Ahora en la tarde, las sombras habían extendido su reino, dejando al viento y los murmullos como sus únicos habitantes.
Jon tenía perforaciones en su rostro, había tatuado sus párpados y casi dislocado su mandíbula para emular gestos grotescos, sus constantes desveladas le habían dado un aspecto marchito con oscuras ojeras. Inclusive había pagado para que, dolorosamente, convirtieran sus dientes en agudos incisivos.
-Mirenme, soy horrible - dijo emulando la voz más cavernosa que pudo.
Dentro de un círculo de troncos secos, centenares de ojos amarillentos aparecieron escrutando al muchacho. Susurros y gemidos se fundieron con las hojas.
-No eres un monstruo- dijeron los susurros -vete extraño- Y los ojos amarillentos desaparecieron dejando a la noche vacía.
Jon respiro entristecido, pero pensó que no iba a ser fácil.
Un verdadero monstruo no es simplemente alguien que puede gesticular espanto y aprender las mímicas del horror.
Jon pasó por la ventana de Dara, suspirando por que alguna vez ese bello rostro enfocara su atención en el, pero amargamente sólo encontró una mirada de aceptación. Así, con renuencia se atrevió a dar el siguiente paso.
Espero impaciente a que saliera la última persona de la iglesia.
Entró por la sacristía y derribo la efigie de una santa, bailoteo pisoteandola. Luego se posó enfrente del altar y pronunció en voz alta las injurias más blasfemas que pudo idear. Intento profanar algo más importante, pero escuchó los pasos del sacristán y antes de cruzara la puerta, Jon saltó sobre el, lanzando alaridos.
El hombre cayó de tumbos en un reclinatorio, atemorizado y con un fuerte dolor en el pecho.
Jon salió triunfante de la Iglesia.
En su camino, golpeó brutalmente a un perrito ante el sobresalto de su dueña, una niña.
Jon vocifero amenazas y extendió sus manos como si fueran garras. La pequeña huyó con lágrimas de terror en el aire. También se paró en medio de la calle y apenas evitando los carros abrió su boca para intentar morder a una conductora. La mujer chilló y su auto fue a dar contra un puesto de atoles. El parabrisas estrellado mostró sangre, por primera vez.
Ante voces acusadoras y el silbato de la policía, Jon corrió hasta que sus piernas y cansancio lo llevaron nuevamente al bosque. Hacía ese lugar poblado por tinieblas con ojos amarillos.
aun jadeando y recuperando su aliento, intento decir.
- Mi- tosió - Mirenme, soy horrible y hago cosas horribles-
Detrás de los árboles los susurros le contestaron.
- No eres un monstruo, vete extraño-
Jon sintió una profunda decepción, no pensó que resultara tan difícil.
Sabía que ahora sólo tenía una cosa más por hacer. Pero considerarlo hacia que le doliera el estomago.
Cabizbajo, camino hacia su casa en las afueras.
La noche siguiente Jon volteó a la ventana de Dara. La televisión hablaba sobre sus travesuras de la noche anterior. Espero un poco para ver el rostro de la chica, pero de ella sólo salió un bostezo, despidiendose cerró la ventana.
Jon estaba decidido, tenía que ser un monstruo. No había otro modo.
Más tarde Jon, temblaba con desenfreno.
No es lo mismo causar destrozos, que actuar con tanta cercanía.
La navaja yacía en el suelo, junto con la sangre que manaba del cuello abierto.
El hombre boca abajo había dejado de moverse.
Hacerlo no había sido tan difícil como el atreverse.
Horas antes, mientras aguardaba en el callejón, había luchado contra su propia cordura y nervios, muchas veces pensó en abandonar todo, pero la mirada de Dara le confirmaba que debía continuar. Había caminado tanto por ese sendero, que dar marcha atrás era simplemente impensable.
No sabía quién era ese hombre, no había mirado su rostro.
Lo hizo por la espalda y observo como se desangraba en estertores.
Jon sintió una angustia intensa, ¿qué tal si era alguien que conocía?, ¿que tal si era alguien querido, como un tío o su propio padre?. Jon sintió que debía mirar, pero la idea le dio nauseas y vomitó en un rincón.
No sabía que hacer, un cuenco vacío había sustituido todo el contenido de su alma, y la nada era tan densa que lo ahogaba.
La noche y el día ya habían dejado de ser diferentes. Las horas ya no pasaban con el mismo ritmo y hasta el agua parecía impedida para saciar la sed. Cada pensamiento, cada sonido era una acusación y un cuestionamiento.
Con las manos manchadas de sangre camino sin rumbo, hasta que sus pies nuevamente lo llevaron a ese lugar.
Intento limpiarse el sudor frió, pero solamente manchó su cara con la sangre que empezaba a ponerse oscura.
- Mirenme, mirenme. Soy horrible, hago cosas horribles y ahora he asesinado a un desconocido-
De aquel círculo de troncos muertos, los ojos refulgentes lo observaron, y los susurros le contestaron.
- No eres un monstruo-
Jon cayó de rodillas y chilló amargado - ¿Qué diablos quieren?, ¿Qué más necesitan?. Estoy cubierto con la sangre de un extraño. Soy repugnante, soy infame...-
-Aun así, no perteneces a este lugar. Vete extraño- respondieron las voces y los cientos de ojos amarillos se fueron.
Poco a poco, una furia secreta se abrió paso desde el pecho hasta la garganta de Jon. Grito de rabia y se fue de ahí, frustrado y envilecido.
Llegó a la ventana de Dara y trepó por cornisa. Entró a la habitación, mientras la muchacha hablaba por móvil. Poseído por la ira y un deseo insano, la tomó por el cuello y le tapó la boca. Los hermosos ojos lo miraron bien abiertos.
-¡Mirame!- le grito y luego le atenazó la garganta hasta que el aire comenzó a faltar.
La chica no puso resistencia, simplemente se limitó a mirarlo hasta quedar inconsciente. Jon soltó la garganta y al comprobar que aun respiraba la arrastro a la cama. La ató con cable telefónico y busco en su escritorio, hasta encontrar unas tijeras.
Puso la acerada punta sobre la bellisima mejilla. -¡Despierta!- gimió.
Pero la chica dormía con tranquilidad, inmóvil en la cama, y ahí, su expresión era aun más sublime. Ante el, un gran espejo que medía toda la puerta fotografió la escena. Jon se miro, con la sangre seca en la cara, los dientes y las tijeras en su mano.
Y la bella Dara inconsciente.
Soltó las tijeras, un agudo dolor le torturaba desde hacia horas y ahora se había enmarañado con la vergüenza y la auto compasión. Sintió asco de si mismo, de sentir la transformación que había sufrido y lo que estaba dispuesto a hacer. Notó que en la cama, Dara había despertado y silenciosa, sin más expresividad que la perfección de sus rasgos lo miraba.
Podía notarse la indiferencia.
Jon cerró los ojos y lloró de impotencia.
Ya no se atrevía a verse más en el espejo, era insoportable el existir en su misma persona, el llamarse por su nombre. EL mundo, de repente era un lugar árido sin esperanza.
Jon suplicó, se arrastró y extendió las manos hacia Dara, intentado explicar todo, clamando por una mirada de admiración. Aunque fuera falsa.
Un pequeña gota de humanidad, en su boca.
Sólo eso, aunque fuera una vez. La resequedad del alma estaba abriendo dolorosas grietas. El vacio pareció morderlo.
Desesperado, y con todo su cuerpo temblando. Levantó las tijeras del suelo y las incrusto en su propio cuello. Gimoteando y escupiendo sangre dijo:
-Por ti-
Daria sonrió - Estoy impresionada- le dijo suavemente.
Jon agradeció con su último gesto, hasta quedar inerte.
finalmente lo consiguió.
Pasaron días
Hubo flashes de cámaras, noticias, rumores.
Nada cambio en ese cuarto. Se limpió el suelo y Dara siguió durmiendo en esa misma cama.
Pero hoy no se encuentra ahí.
Esta más allá del bosque, donde los susurros y los ojos crueles aparecen, cuando la noche hace tan negro el horizonte.
La bella Dara no dice nada, esta parada ahi, ante el círculo de árboles muertos.
las voces le dicen:
-Bienvenida Hermana-
Fin.
JP
Dara era hermosa, pero ella sólo tenía interés en el horror. Dara lo había visto todo, películas, videos caseros, imagenes. Pero el asombro había abandonado su rostro.
Jon intentó por muchos medios capturar su atención, pero sus esfuezos sólo le valieron una frugal amistad y un beso en la mejilla de vez en cuando.
Jon moría de hambre, hambre de ser correspondido.
Por ello, se encontraba fuera de la ciudad, más allá del bosque. Donde inclusive en los días más soleados, esos árboles se encontraban en penumbra. Ahora en la tarde, las sombras habían extendido su reino, dejando al viento y los murmullos como sus únicos habitantes.
Jon tenía perforaciones en su rostro, había tatuado sus párpados y casi dislocado su mandíbula para emular gestos grotescos, sus constantes desveladas le habían dado un aspecto marchito con oscuras ojeras. Inclusive había pagado para que, dolorosamente, convirtieran sus dientes en agudos incisivos.
-Mirenme, soy horrible - dijo emulando la voz más cavernosa que pudo.
Dentro de un círculo de troncos secos, centenares de ojos amarillentos aparecieron escrutando al muchacho. Susurros y gemidos se fundieron con las hojas.
-No eres un monstruo- dijeron los susurros -vete extraño- Y los ojos amarillentos desaparecieron dejando a la noche vacía.
Jon respiro entristecido, pero pensó que no iba a ser fácil.
Un verdadero monstruo no es simplemente alguien que puede gesticular espanto y aprender las mímicas del horror.
Jon pasó por la ventana de Dara, suspirando por que alguna vez ese bello rostro enfocara su atención en el, pero amargamente sólo encontró una mirada de aceptación. Así, con renuencia se atrevió a dar el siguiente paso.
Espero impaciente a que saliera la última persona de la iglesia.
Entró por la sacristía y derribo la efigie de una santa, bailoteo pisoteandola. Luego se posó enfrente del altar y pronunció en voz alta las injurias más blasfemas que pudo idear. Intento profanar algo más importante, pero escuchó los pasos del sacristán y antes de cruzara la puerta, Jon saltó sobre el, lanzando alaridos.
El hombre cayó de tumbos en un reclinatorio, atemorizado y con un fuerte dolor en el pecho.
Jon salió triunfante de la Iglesia.
En su camino, golpeó brutalmente a un perrito ante el sobresalto de su dueña, una niña.
Jon vocifero amenazas y extendió sus manos como si fueran garras. La pequeña huyó con lágrimas de terror en el aire. También se paró en medio de la calle y apenas evitando los carros abrió su boca para intentar morder a una conductora. La mujer chilló y su auto fue a dar contra un puesto de atoles. El parabrisas estrellado mostró sangre, por primera vez.
Ante voces acusadoras y el silbato de la policía, Jon corrió hasta que sus piernas y cansancio lo llevaron nuevamente al bosque. Hacía ese lugar poblado por tinieblas con ojos amarillos.
aun jadeando y recuperando su aliento, intento decir.
- Mi- tosió - Mirenme, soy horrible y hago cosas horribles-
Detrás de los árboles los susurros le contestaron.
- No eres un monstruo, vete extraño-
Jon sintió una profunda decepción, no pensó que resultara tan difícil.
Sabía que ahora sólo tenía una cosa más por hacer. Pero considerarlo hacia que le doliera el estomago.
Cabizbajo, camino hacia su casa en las afueras.
La noche siguiente Jon volteó a la ventana de Dara. La televisión hablaba sobre sus travesuras de la noche anterior. Espero un poco para ver el rostro de la chica, pero de ella sólo salió un bostezo, despidiendose cerró la ventana.
Jon estaba decidido, tenía que ser un monstruo. No había otro modo.
Más tarde Jon, temblaba con desenfreno.
No es lo mismo causar destrozos, que actuar con tanta cercanía.
La navaja yacía en el suelo, junto con la sangre que manaba del cuello abierto.
El hombre boca abajo había dejado de moverse.
Hacerlo no había sido tan difícil como el atreverse.
Horas antes, mientras aguardaba en el callejón, había luchado contra su propia cordura y nervios, muchas veces pensó en abandonar todo, pero la mirada de Dara le confirmaba que debía continuar. Había caminado tanto por ese sendero, que dar marcha atrás era simplemente impensable.
No sabía quién era ese hombre, no había mirado su rostro.
Lo hizo por la espalda y observo como se desangraba en estertores.
Jon sintió una angustia intensa, ¿qué tal si era alguien que conocía?, ¿que tal si era alguien querido, como un tío o su propio padre?. Jon sintió que debía mirar, pero la idea le dio nauseas y vomitó en un rincón.
No sabía que hacer, un cuenco vacío había sustituido todo el contenido de su alma, y la nada era tan densa que lo ahogaba.
La noche y el día ya habían dejado de ser diferentes. Las horas ya no pasaban con el mismo ritmo y hasta el agua parecía impedida para saciar la sed. Cada pensamiento, cada sonido era una acusación y un cuestionamiento.
Con las manos manchadas de sangre camino sin rumbo, hasta que sus pies nuevamente lo llevaron a ese lugar.
Intento limpiarse el sudor frió, pero solamente manchó su cara con la sangre que empezaba a ponerse oscura.
- Mirenme, mirenme. Soy horrible, hago cosas horribles y ahora he asesinado a un desconocido-
De aquel círculo de troncos muertos, los ojos refulgentes lo observaron, y los susurros le contestaron.
- No eres un monstruo-
Jon cayó de rodillas y chilló amargado - ¿Qué diablos quieren?, ¿Qué más necesitan?. Estoy cubierto con la sangre de un extraño. Soy repugnante, soy infame...-
-Aun así, no perteneces a este lugar. Vete extraño- respondieron las voces y los cientos de ojos amarillos se fueron.
Poco a poco, una furia secreta se abrió paso desde el pecho hasta la garganta de Jon. Grito de rabia y se fue de ahí, frustrado y envilecido.
Llegó a la ventana de Dara y trepó por cornisa. Entró a la habitación, mientras la muchacha hablaba por móvil. Poseído por la ira y un deseo insano, la tomó por el cuello y le tapó la boca. Los hermosos ojos lo miraron bien abiertos.
-¡Mirame!- le grito y luego le atenazó la garganta hasta que el aire comenzó a faltar.
La chica no puso resistencia, simplemente se limitó a mirarlo hasta quedar inconsciente. Jon soltó la garganta y al comprobar que aun respiraba la arrastro a la cama. La ató con cable telefónico y busco en su escritorio, hasta encontrar unas tijeras.
Puso la acerada punta sobre la bellisima mejilla. -¡Despierta!- gimió.
Pero la chica dormía con tranquilidad, inmóvil en la cama, y ahí, su expresión era aun más sublime. Ante el, un gran espejo que medía toda la puerta fotografió la escena. Jon se miro, con la sangre seca en la cara, los dientes y las tijeras en su mano.
Y la bella Dara inconsciente.
Soltó las tijeras, un agudo dolor le torturaba desde hacia horas y ahora se había enmarañado con la vergüenza y la auto compasión. Sintió asco de si mismo, de sentir la transformación que había sufrido y lo que estaba dispuesto a hacer. Notó que en la cama, Dara había despertado y silenciosa, sin más expresividad que la perfección de sus rasgos lo miraba.
Podía notarse la indiferencia.
Jon cerró los ojos y lloró de impotencia.
Ya no se atrevía a verse más en el espejo, era insoportable el existir en su misma persona, el llamarse por su nombre. EL mundo, de repente era un lugar árido sin esperanza.
Jon suplicó, se arrastró y extendió las manos hacia Dara, intentado explicar todo, clamando por una mirada de admiración. Aunque fuera falsa.
Un pequeña gota de humanidad, en su boca.
Sólo eso, aunque fuera una vez. La resequedad del alma estaba abriendo dolorosas grietas. El vacio pareció morderlo.
Desesperado, y con todo su cuerpo temblando. Levantó las tijeras del suelo y las incrusto en su propio cuello. Gimoteando y escupiendo sangre dijo:
-Por ti-
Daria sonrió - Estoy impresionada- le dijo suavemente.
Jon agradeció con su último gesto, hasta quedar inerte.
finalmente lo consiguió.
Pasaron días
Hubo flashes de cámaras, noticias, rumores.
Nada cambio en ese cuarto. Se limpió el suelo y Dara siguió durmiendo en esa misma cama.
Pero hoy no se encuentra ahí.
Esta más allá del bosque, donde los susurros y los ojos crueles aparecen, cuando la noche hace tan negro el horizonte.
La bella Dara no dice nada, esta parada ahi, ante el círculo de árboles muertos.
las voces le dicen:
-Bienvenida Hermana-
Fin.
JP
Subscribe to:
Posts (Atom)