Y decía la rima:
"A darme riquezas imploro
A Santa Angelita de Oro
Más si no cumpliera su demanda
a Santa Angelita Roja
Con toda mi sangre se moja"
Y se canturreaba como una oración pueblerina, con la cadencia apagada del susurro bajo la almohada.
Antes del primero de Diciembre se hacía la petición.
Generalmente dinero, o la resolución de algún problema material era lo más común.
Poca gente conocía el folklore y otra menos creía en su consecuencia.
Pero había quién, hincado frente al nacimiento, pronunció la oración, para después pedir con la lujuria que da el oro, las riquezas que siempre anhelo.
Más para que el sortilegio se cumpliera, se debía como decían "Ofrecer la manda" y en este caso, ameritaba por lo general algo equivalente a lo que se había pedido. Entonces el ofreció donar la mitad de lo que había solicitado. Palabras claro, sin sentido y expresadas ante el escepticismo de esperar que efectivamente se realizara su peición.
Dicen que pasan días sin saber nada hasta que una noche, cuando el ponche estaba caliente en la cocina. Frente al árbol escuchó las trece campanadas.
Trece es el desconcierto, porque ninguna iglesia tardía toca más que doce.
Pero ahí frente al nacimiento la contempló.
Una niña, hermosa blanca y de cabellos refulgentes con un dorado metálico, que reflejaba las series de luces del árbol navideño.
Su cara estaba oculta tras el pelo que caía libremente por enfrente, tan sólo la boca delineada con la inocencia de una sonrisa infantil.
En una de sus pequeñas manos portaba una campana y en otra una hoz, todas de oro.
Sus alas resplandecían tras ella, iluminando toda la sala.
El no creía, pero ahí estaba.
Verla significa que tu petición se cumplirá.
Pero también que ahora la manda es un imperativo,
o conocerás la otra parte de la rima.
Poco después una llamada, un abogado y una herencia tocaron a la puerta.
Una firma, una cantidad y más tarde un carro del año.
Más aun, una casa nueva y el hedonismo con cervezas y botanas ante el año viejo que cerraba con fortuna.
Y así los días pasaron para dar pie a la navidad más lujosa de su vida.
Pero olvido la manda.
Se dice que tienes de plazo hasta el 25 a media noche. La Nochebuena que muere dando paso a la navidad, fiesta pagana, sangrienta y ahora convertida en tradición alegre.
El solsticio de Invierto, la hora más negra del año, la hora de las invocaciones...
Para cuando el, se dio cuenta ya era tarde. Había gastado más de la mitad, en pocos días. Intento una donación, pero la fecha se aproximaba y no era suficiente.
Quizás pensó, que todo era un sueño y solamente causa del destino.
Ese día llegó.
Todos bailaban y las doce sonaron.
Algunos lo vieron nervioso, otros argumentan que rezaba ante el nacimiento pidiendo un plazo. Muchos coinciden que vio algo que lo puso pálido.
Los abrazos llegaron y nadie se percató de el.
Veían sus regalos, su esplendida cartera y solamente el oropel de los adornos.
Pero fue hasta la mañana que limpiaron gotas de sangre frente al árbol y solamente eso.
Todos especulan, pero nadie más supo de el.
Nadie supo que fue lo que vería.
Hoy compre un "santito" con la efigie de Santa Angelita de Oro
Su hermana siamesa esta esculpida detrás, su rostro sale de la nuca de la otra. Es rojo, como rojas son sus túnicas, si le das la vuelta sólo ves a la niña de alas de oro.
Pero del otro lado. Ves la sonrisa escarlata de unos dientes afilados, que no tienen compasión.
FIN
Wednesday, August 29, 2012
Subscribe to:
Posts (Atom)